Estée creía que "3 minutos es todo lo que debería tardar la belleza". Creó rutinas rápidas de maquillaje y cuidado de la piel, que con empeño ha probado en mujeres—en todas las tiendas, donde se abría un puesto de Estée Lauder, mientras viajaba en un tren o en un ascensor, o, simplemente, cuando caminaba por la calle. Nada adoraba más que transformar el estilo de una mujer con su toque personal y repartir consejos en cualquier lugar que visite.